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martes, 22 de febrero de 2011

USO CORRECTO DE LA LENGUA: DEQUEÍSMO Y QUEÍSMO


Si hay una incorrección lingüística que en estos momentos pueda merecer el triste honor de ser la “estrella” de los Oscar de las incorrecciones,  es, sin lugar a dudas, el llamado “dequeísmo”. En la medida que afecta a todas las regiones de España –aunque está más arraigado en Cataluña- y a amplias zonas de Hispanoamérica, -donde siempre ha estado presente- y que extiende sus tentáculos por todas las clases sociales y todos los niveles educativos -sobre todo los más bajos- el “dequeísmo” puede ser considerado como una verdadera plaga, para la que hoy no parece haber remedio ni vacuna. Como tampoco parece haberla para la incorrección opuesta, el llamado “queísmo”. Quizá el “queísmo” es una reacción contra el “dequeísmo”, más desprestigiado socialmente, pero interrogarse sobre causas y efectos en este caso es algo tan estéril como especular sobre la prioridad del huevo o de la gallina. Como alguien ha dicho, “queísmo” y “dequéismo” no son errores: son horrores.

En realidad, “queísmo” y “dequeísmo” son dos caras de la misma moneda, una moneda falsa, pero que es de “curso legal” en todas partes, porque casi todo el mundo la acepta como verdadera. Como ocurre con las cuestiones sanitarias, en las lingüísticas la mejor medicina, la más barata y a la larga la más eficaz, es la preventiva, es decir, la educación. Pero no nos engañamos: la escuela poco puede hacer, con sus escasos medios y su corroído prestigio social, contra el imperio de los medios y de las modas –que viene a ser lo mismo- y contra los gurús lingüísticos actuales que, como ya habréis adivinado, no son ni los académicos de la RAE ni los escritores y periodistas solventes, ni por supuesto los profesores de a pie, sino los famosetes y las famosetas de la caja tonta, cada día más tonta desde que las belenesestébanes, princesitas del pueblo, se apoderaron de ella.

Pero no nos vayamos por los cerros del “Sálvame” o de la telebasura y vengamos a lo que importa, que es hacer lo poco que podemos hacer: explicar medianamente bien las cosas para que se entiendan, sin complejidades gramaticales que enturbian más que aclaran. Entremos en materia.

El “dequeísmo” consiste en el uso incorrecto e injustificado de la preposición “de” delante de la conjunción “que”, cuando solo esta es necesaria.

Veamos algunos ejemplos, tomados cualquier día de estos en este instituto nuestro de “La Serna”. Naturalmente, confesamos solo los pecados, pero no delatamos a los pecadores, que además podemos ser todos, profesores incluidos. Algunos ejemplos proceden del lenguaje oral y otros del lenguaje escrito. Ni que decir tiene, que estos son más graves si cabe, porque lo escrito, escrito queda.

“Yo pienso de* que este trabajo es una tontería y de* que además no tenemos tiempo para hacerlo.”

“Me dijeron de* que tenía que traer hoy el dinero de la excursión”.

“Tú le has dicho al profe de* que yo te he empujado y eso es mentira”.

“El Gobierno quiere de* que nos vayamos todos los jóvenes a trabajar a Alemania.”

El “queísmo” consiste en la omisión o falta de la preposición “de” delante de la conjunción “que”, cuando esa preposición es absolutamente necesaria.

El “queísmo” se produce muchas veces como reacción “ultracorrecta” contra el uso del “dequeísmo”, considerado vulgar. Quizá sea más peligroso que el "dequeísmo" porque pasa más desapercibido al no resultar tan brutal al oído o a la vista. También hemos seleccionado algunos ejemplos, tomados como los anteriores de la vida de nuestro instituto:

“No me he dado cuenta *que había que poner tilde.”

“Estoy seguro *que he entregado los ejercicios de sintaxis.”

“Me acordé ayer mismo *que hoy teníamos examen.”

“Nos avisaron *que tengo que ir al hospital”

Cuando la clave del asunto reside en el uso de un “de” de más o de menos, está claro que acertar  no es una cuestión de suerte o de magia, tampoco de echar una moneda a cara o cruz, sino de conocimiento, y este no se improvisa; pero sí hay un “truco” que puede servirnos de gran ayuda para evitar el “queísmo” o el “dequeísmo”. Este “truco” consiste en poner la oración que vamos a pronunciar o a escribir –es más fácil hacerlo cuando vamos a escribir, porque normalmente disponemos de más tiempo- en forma interrogativa y hacer la pregunta pertinente al verbo. Si al hacerlo, la oración comienza por “de”, hay que ponerlo antes del “que”; si no, hay que evitarlo.

¿Debo poner o no “de” en la oración “Pienso de* que este problema está bien.”? Hago la pregunta que corresponde, que en este caso será "¿Qué pienso?" y no “¿De qué pienso? Nos hallamos entonces ante un caso de “dequeísmo” que hay que evitar eliminando la preposición: “Pienso que este problema está bien”.

¿Debo poner o no “de” en la oración “Estoy convencido *que tienes razón.”? Formulo la pregunta, que en este caso es “¿De qué estoy convencido? y no “¿Qué estoy convencido? En este ejemplo se había producido un caso de “queísmo”, por lo que hay que añadir  la preposición y decir: “Estoy convencido de que tienes razón”.

Esto se ha alargado mucho más de lo previsto y de lo humanamente soportable, así que aquí lo dejamos, no sin una advertencia: ¡Ojo con los “horrores” del “queísmo” y del “dequeísmo”!  Es fácil meter la pata en este asunto, pero es igual de fácil dejar de meterla. Esperamos haberos servido de ayuda para conseguirlo. Lo demás, como siempre,...es cosa vuestra.

3 comentarios:

  1. Acabo de releer esta entrada y con tanto -ismo me parece un trabalenguas.

    Así que ya puestos, se podría mejorar así:

    La lengua esta dequeismada, ¿quién la desdequeismará?
    El desdequeismador que la desdequeísme, buen desdequeismador será.

    Y lo mismo con queísmo, etc, etc.

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  2. Me resultan muy interesantes estas entradas sobre el uso corrrecto de la lengua. Creo que no soy la única a juzgar por el gran número de comentarios que suscitan. Felicidades y gracias por la iniciativa.

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  3. Yo soy colombiano y en mi país el dequeísmo sí es una verdadera plaga sobre todo entre las clases más populares. En fin, en todas partes cueces habas y en mi casa a calderadas.

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